Historia

La estratégica situación de Guardamar junto a la desembocadura del Segura en el Mediterráneo y los recursos naturales de su entorno han favorecido un asentamiento casi ininterrumpido de hombres y culturas desde la protohistoria hasta nuestros días, destacando fenicios, íberos, romanos y árabes.

La fundación de Guardamar como villa cristiana de nueva planta tuvo lugar por mandato de Alfonso X hacia 1271, siendo los primeros pobladores colonos catalanes dejados por el rey Jaime I. La etapa de dominio castellano, no obstante, fue corta ya que en 1296, Jaime II anexiona la población a la corona de Aragón, otorgándole los fueros de Valencia y el privilegio de Villa Real. Por su posición estratégica, la villa amurallada se  convierte en el puerto y en la plaza fuerte litoral más importante para la defensa de Orihuela, hasta que  en  1331 es saqueada e incendiada por los granadinos de Reduán. Finalmente, durante la guerra de los Dos Pedros,  es reducida a la categoría de aldea bajo la jurisdicción de Orihuela. No fue hasta 1692 cuando consiguió segregarse de Orihuela por privilegio de Carlos II.

La destrucción y abandono de la villa amurallada de Guardamar se produjo como consecuencia de los terremotos de 1829, obligando a sus habitantes a desplazarse al llano y a construir una población de nueva planta. El urbanismo actual es el resultado de la trama urbana diseñada por el ingeniero Larramendi.

A finales del siglo XIX, Guardamar sufrió la invasión de las arenas. En aquel momento poseía un singular paisaje desértico localizado entre el pueblo, la desembocadura del río y el mar. El Ingeniero de Montes D. Francisco Mira se hizo cargo de frenar el avance de las dunas, que estaban arruinando los cultivos e incluso habían sepultado varias casas del pueblo. La repoblación forestal dio como resultado la creación de 14 km de contraduna y la repoblación de 800 hectáreas, convirtiendo de esta manera el amenazante y desértico paisaje de Guardamar en un frondoso bosque litoral.